Ser sincero implica ser lo que uno es, siempre mostrarle al exterior lo que somos en el interior ante cualquier situación o persona, ya que pretender o fingir también es mentir, aunque de otro modo, actuar de esta manera sería ser hipócrita.
Una persona que es sincera se está aceptando a sí misma como es, posee una buena autoestima y por eso no tiene problemas en mostrarse tal y como es.
Alguien que falta a la verdad, no solo lo hace porque probablemente no se sienta cómodo con su personalidad, o sea que es muy tímido, sino también porque sea probable que haya recibido humillaciones o degradaciones que hayan provocado un daño en su personalidad y causado que se avergüence de sí mismo.
Hay personas que recurren al cambio de máscaras, dependiendo de la situación en la que esté, entonces estaríamos ante una persona falsa.
Siempre se dijo que los niños, los locos y los ebrios dicen la verdad. Esto se debe a que ellos no están sujetos a las mismas normas sociales que el resto, los niños porque no las conocen aún, y los otros dos sujetos porque por su estado o situación no pueden acatarlas.
Es cierto que a veces estas normas sociales pretenden que actuemos de cierto modo, pero si no pensáramos que es correcto, no estaríamos obligados a hacerlo, sobre todo si va en contra de nuestros valores o creencias, regirnos o no por ellos es una opción y si los cumplimos es para amoldarnos y ubicarnos en tiempo y forma.
Hoy en día la sinceridad es difícil de encontrar porque la gente se ha vuelto más superficial y ya tiene otros intereses que, según ellos, pesan más que las relaciones con otras personas. Al principio de una relación siempre será difícil saber si alguien está o no siendo sincero, pero es algo que se averiguará con el tiempo.
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